Mucho ruido y pocas nueces

JORGE IBÁÑEZ. Coordinador Territorial de Ciudadanos (Cs).

No sé si vosotros, permitidme la confianza, quizá opináis lo mismo que yo. En España, estamos viviendo una etapa en la que los políticos se centran en campañas constantes olvidándose completamente de proponer y gestionar. La definiría como política «latest fashion». Y es que, todo es cuestión de modas. Sin duda alguna, el último grito es hacer propuestas populistas imposibles de llevar a cabo, sin memoria económica y por supuesto sin estudiar el impacto económico y social.

Tenemos un claro ejemplo, el gobierno del «Botànic» que son capaces de subvencionar a entidades afines nacionalistas y al mismo tiempo observamos su incapacidad de trabajar en la promoción de empleo y en la lucha real contra la corrupción. Probablemente pensaréis que estos argumentos son propios de la oposición, pero sin ánimo de poner en duda premeditadamente cualquier valoración, os propongo que salgáis a la calle y preguntéis a vuestros compañeros, familia y vecinos si creen que lo que les estoy diciendo es cierto.

Además, os invito gustosamente a que nos acompañéis en los plenos municipales y seáis testigos en primera persona de las propuestas formuladas. Tristemente, la mayoría de ellas no competen al propio municipio, su misión es la de instar a órganos superiores. Éstas son presentadas en todas las poblaciones posible cambiándoles simplemente el nombre, sin criterios que se adapten a las verdaderas necesidades de cada población. Sí, han acertado, acaban en papel mojado. Eso sí, ruido hacen y mucho.

Los ciudadanos, todos, nos merecemos que nuestros representantes se comprometan en hacer propuestas concretas que mejoren nuestro Estado de bienestar, lo que viene a ser la vida real, aquello que nos afecta en el día a día. Necesitamos, queremos y deseamos con todas nuestras fuerzas que se fomente un empleo de calidad, acabar de una vez por todas con uno de los grandes males, la corrupción y terminar también con los ‘enchufismos’ en empresas públicas.

Parece ser que la ‘empleabilidad’ por designación simpática y amiguismo se encuentra en su punto más álgido de efervescencia. Todo esto, convierte a las empresas públicas en chiringuitos de colocación para los amiguetes.

Los salvadores de la sociedad se han convertido en actores políticos de una parodia titulada: “Mucho ruido y pocas nueces”.

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