El ‘Bautismo de Cristo’ de la Catedral, una obra maestra en peligro
Albert Ferrer Orts, Universitat de València
Si bien es de agradecer, y mucho, que semejante obra maestra se halle en su lugar original cerca de cinco siglos, no estaría de más procurarle una detenida limpieza, la reparación de su marco y, al reintegrarla a su ubicación, protegerla de las inclemencias climáticas y la polución
Los valencianos somos poco dados a valorar en su justa medida parte sustancial del legado que recibimos de nuestros antepasados, a veces –como es el caso- por su manifiesta familiaridad. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, con una de las más portentosas pinturas del renacimiento español que se halla en la catedral de Valencia. Nos referimos al ‘Bautismo de Cristo’, de Joan de Joanes (Bocairent, †1579).
Una obra maestra, sin lugar a dudas, que ya quisieran para sí los mejores museos de pintura antigua del mundo y que se halla en su lugar original desde 1535, arriba de la pila bautismal de la seo, por voluntad de Joan Baptista Anyés (más conocido como el venerable Agnesio), prolífico teólogo, canónigo y humanista valenciano que muy probablemente la encargara al mejor pintor español del siglo XVI, Joan Vicent Macip, nombre de pila de Joanes.
La tabla (3,08×2,05 m), solo modificada en su remate al remodelarse el templo por Antoni Gilabert, se creía obra de su padre Vicent Macip desde 1909. Elías Tormo la calificó en 1916 como “la más bella obra del arte valenciano del siglo XVI”, criterio que ha seguido invariable hasta la actualidad, pues, en palabras de Miguel Falomir, es la gran ‘palla’ de la pintura valenciana (2006).
Las precisiones que se han venido realizando en las últimas décadas a la producción conjunta y separada de los Macip han confirmado el protagonismo del hijo sobre el padre en esta pintura, avaladas por la profunda renovación que se advierte en el retablo mayor de la catedral de Segorbe (ca. 1529-1532), e incluso unos años antes de su contratación, y su plasmación contractual cuando el gremio de plateros de la capital capitula el retablo para su capilla de San Eloy, en la iglesia de Santa Catalina (1534), advirtiendo expresamente que fuera pintado exclusivamente por Joanes.
Volviendo al ‘Bautismo de Cristo’ de la catedral, cabe reseñar que, además de precisarse su autoría y estilo, también se ha insistido con razón en su mensaje evangelizador en relación a la problemática morisca tras las Germanías por Oñate (1992), Franco (2012) y Franco, Moreno (2019), hecho que remarca sobremanera la aparición del propio comitente, arrodillado mientras nos mira, como espectador de excepción, señalando los pasajes en hebreo y griego que aluden a cómo ha de ejecutarse el sacramento.
En suma, una gran pintura para la que Joanes pudo basarse verosímilmente en un bajorrelieve de mármol de origen italiano con la misma escena central (ca. 1500) y que perteneció a los Vich, bien que acompañándola de una excepcional escenografía con los Padres de la Iglesia, Agnesio y un extraordinario paisaje en el nivel terrenal, además del Padre Eterno, los querubines y el Espíritu Santo en el propiamente celestial (Benito, 1997 y 2000; Ferrer, Ferrer, 2019). Un trasunto mucho menos ambicioso que confirmaría su fuente de inspiración, por la mayor participación del taller y más afín al relieve en la figura del ángel, es la tabla de la misma temática realizada más tarde para la catedral de Palma de Mallorca.
Como decíamos, esta obra cumbre del siglo XVI hispano indiscutiblemente se halla todavía en su primigenio lugar, por lo tanto en un lateral de la cancela de los pies del templo, cuya puerta, permanentemente abierta, además de muy transitada por feligreses y turistas durante todo el año, la hace partícipe directamente del clima exterior en cada momento en forma de viento, humedad, frío y calor, por no referir los estragos de la contaminación ambiental.
Cualquiera que se detenga a contemplarla puede reparar sin esfuerzo a contraluz la mella que su ubicación original ocasiona a la tabla diariamente, tal como a su marco. Si bien es de agradecer, y mucho, que semejante obra maestra se halle en su lugar original cerca de cinco siglos -algo que el visitante apenas atiende, por desgracia-, no estaría de más procurarle una detenida limpieza y la reparación de su marco (momento que podría aprovecharse para exponerla exprofeso en el Museu de Belles Arts y poderse analizar de cerca con la tecnología disponible).
Con posterioridad, creemos adecuado que, al reintegrarse a su espacio natural, se hiciera protegiéndola al máximo de las inclemencias meteorológicas y la polución, lo que podría evitarse con otra organización a la hora de acceder o salir del templo.