Especialistas del Hospital de Manises advierten de que la humedad en zonas costeras puede agravar los síntomas en niños alérgicos

La temporada estival ha llegado y con ella las ganas de disfrutar del buen tiempo en familia. Para afrontar las altas temperaturas que marcan los termómetros y hacer que los niños disfruten de sus vacaciones, muchas personas optan por viajar al litoral mediterráneo y otras zonas costeras. No obstante, estas zonas se caracterizan por un alto índice de humedad y temperatura que, entre otras cosas, pueden potenciar en los más pequeños los síntomas de alergia como la congestión nasal con mucosidad líquida, conjuntivitis y, en ocasiones, asma.

 

“En climas cálidos y húmedos los hongos están muy presentes a lo largo de todo el año, por ello, algunos niños que padecen alergias a los hongos empeoran cuando viajan a la costa, debido a la elevada humedad en esas zonas”, explica la Dra. Esther Bartoll, pediatra especialista en neumología del Departamento de Salud de Manises. Además, los especialistas advierten de que la humedad en estas zonas no se limita únicamente a los espacios exteriores, sino que también afecta a los hogares y lugares de interior. “Los hongos crecen en ambientes exteriores, en lugares donde hay vegetación y también en los espacios oscuros donde se acumula suciedad o desperdicios”, explica.

 

Por ello, la especialista del centro hospitalario aconseja que, en la medida de lo posibles, los hogares de verano de estas familias sean espacios donde se eviten las zonas húmedas, de corrientes o demasiado oscuras ya que son las circunstancias propicias para la aparición de los hongos. “Exponer las habitaciones al sol el mayor número de horas posible, revisar y evitar las humedades y goteras y hacer limpiezas exhaustivas con productos como la lejía pueden favorecer que los síntomas de alergia disminuyan entre los más pequeños”, comenta.

 

 

Inmunoterapia y fármacos contra la alergia

 

Además de todas estas medidas para evitar la aparición de hongos tanto en exteriores como en interiores, los expertos aconsejan el tratamiento farmacológico y la inmunoterapia para evitar que los síntomas se minimicen lo máximo posible. “Los fármacos antihistamínicos son una solución a corto plazo que disminuye en gran parte los síntomas a las pocas horas de haberlo tomado. Sin embargo, la inmunoterapia es un tratamiento a largo plazo que exige una constancia en la administración de las vacunas para que sea efectivo. La eficacia clínica de ambos ha sido demostrada siempre que se realice una indicación correcta y se administre a dosis adecuadas durante un periodo de tiempo suficiente”, concluye.