El ‘cacau de collaret’ que recuperaron dos vecinos de Meliana

‘Del terreno, com les fabes’. Así se conoce lo que hoy ha llegado a nuestros días: el cacauet de collaret. ¿Por qué de collaret? Porque su corteza se asemeja a la cadena de un pequeño collar apretado, bueno y sabroso con nutrientes, y porque es de la zona, tal y como defienden los agricultores.

Este tipo de cacahuete de dos granos por vaina y de unos 2,5 cms de longitud es el dueño ‘dels armortzarets valencians’, la picaeta o las jornadas de pasar un rato cocinando una paella. La vaina es de piel ligeramente rugosa y de color rojizo que adquiere de la tierra donde se cría, en Valencia, en concreto en l´Horta Nord.

Dos vecinos de Meliana, por su amistad y su amor por la ‘terreta’ se unieron para poder recuperar y exportar a todas las casas el cacau de collaret. Ellos son: el gastrónomo Toni Montoliu y el ya fallecido Juan Ballester.

Según Montoliu “la historia de este cacauet es que fue importado por un Obispo a las tierras del Puig y Puçol y poco a poco su siembra se fue expendiendo por l´Horta Nord. Después tuvo años de escasez hasta casi desaparecer. Ballester, vecino destacado de Meliana lo cultivaba en su casa, en su trocito de corral y lo repartía entre amigos y familiares”, por lo que según Montoliu “gracias a él tuvimos la semilla auténtica”. La amistad que siempre les unió y su trabajo en la tierra hizo a ambos que se unieran para recuperar este cultivo en la zona.

Terreno donde Juan Ballester cultivaba el cacau de collaret. FOTO de Alfred Ros

“El cacauet de collaret” es tan valenciano como la paella, el esgarraet o els tramussos y sin darnos cuenta forma parta de la vida de los valencianos de una forma presencial en las mesas. No hay más que fijarnos en los almuerzos o cualquier quedada de amigos.

Montoliu siempre ha trabajado artesanalmente el tubérculo, que no falta nunca entre los clientes y comensales de su restaurante. “Siempre lo regalo para que la gente lo tenga y lo pueda sembrar en sus huertas; incluso he dado a gente de Barcelona, Tarragona, Bilbao” y añade que “es una manera mágica de que permanezca vivo”.

Sobre los años 60/70 ambos se encargaban de cuidar el cultivo de “plantar, espolsar, triar…”. Se siembra de abril a junio y se puede recolectar hasta el mes de noviembre. Para su cultivo se requieren tierras franco arenosas (ligeras) de coloración rojiza y con muy buen drenaje ya que el exceso de humedad perjudica a las cacahueras o lo que es lo mismo las plantas del cacahuate.

Según Toni Montoliu, gastrónomo y defensor de la huerta, “las labores preparatorias para el sembrado no son diferentes a lo habitual en estos cultivos de manera que se riega para su posterior arado en sazón con tiro animal haciéndolo todo a mano, a continuación, se nivela el terreno y se hacen surcos de 40 o 50 centímetros de separación donde se plantan las semillas”. Montoliu nos relata que “a finales de octubre principios de noviembre se empieza la recolección arrancando a mano las matas con su fruto y dejándolas secar sobre el surco arrancado anteriormente, a los 2 o 3 días se le sacude la tierra y se le da la vuelta y se deja secar 2 o 3 días más”.

En Meliana, Foios y municipios de alrededor se ha convertido en el aperitivo por excelencia. Muchas veces la frase de “posan’s cacauets o algo” se oye en las mesas de los locales valencianos para acompañar la bebida, y es que esta pequeña joya, que lleva de apellido “collaret”, acompaña los mejores momentos de las celebraciones en toda Valencia.

*Imágenes cedidas por Alfred Ros