Albena Teatre recibe el premio a su larga trayectoria en el festival de cortos XS Puçol
En 1990, Carles Alberola puso en marcha la escuela de teatro en Puçol, en 1994 creó Albena Teatre con su alter ego en la gestión, Toni Benavent. En estos 23 años, la familia ha crecido sin parar: multitud de obras de teatro, varias series para Canal 9, el largometraje M’esperaràs? y ahora ensayan su última obra, el musical Tic-Tac, que se estrena en el Principal esta navidad. Una trayectoria por la cual recibirán el viernes 27 de octubre, a las 21 horas, en el Espai Jove de Puçol, el premio L’Altra Mirada, un reconocimiento a su trabajo en todo tipo de escenarios.
Carles Alberola y Toni Benavent vuelven a Puçol, donde ya han estado con sus obras de teatro, pero no lo hacen solos: les acompañan algunos de sus intérpretes habituales, de sus técnicos, en definitiva, otros miembros de esa gran familia que siempre vive con ellos sus aventuras en cualquier medio. No estarán todos, algunos tienen bolo el viernes noche, pero será un encuentro emotivo con el público de Puçol, su público.
Las actrices Cristina García y Rebeca Valls, junto a los técnicos Marcos Orbegozo y Ximo Olcina, estarán en el Espai Jove para hablar de lo que ha supuesto Albena para las artes valencianas en estas dos décadas largas de teatro, televisión y ahora también cine.
Pero no es una trayectoria cerrada. De hecho, al mismo tiempo que reciben en Puçol ese reconocimiento a toda su trayectoria, su primer largometraje cinematográfico, M’esperaràs?, se exhibe en el festival de cine de Seúl. Es su estreno mundial y lo hace en Asia como parte de una arriesgada apuesta de distribución que dará a conocer esta comedia agridulce primero en aquel continente, después en América y, finalmente, en Europa, durante el primer trimestre de 2018.
“Hemos tardado mucho en poder rodar nuestra primera película y queremos que tenga una oportunidad en los cines, que se vea en pantalla grande antes de llegar a otros circuitos de exhibición”, explica Carles Alberola. “Nos costó encontrar un distribuidor y cuando lo hemos hecho nos ha planteado esta estrategia para dar a conocer la película en festivales antes de llegar a estrenarse en España… y en ello estamos”.
Una distribución sobre la que han tenido que ir aprendiendo cómo funciona, igual que otras muchas facetas en el rodaje y la edición de su primer largometraje cinematográfico, de ahí el cariño y el tiempo que dedican a cada faceta, porque en el fondo cada proyecto que realizan es un hijo más, como esos técnicos e intérpretes que colaboran en cada uno de ellos.
Forman una gran familia… que no deja de crecer.
Porque el éxito en los escenarios valencianos de L’aneguet lleig el pasado año —que consiguió el premio Max al mejor musical español de 2016— ha abierto la puerta a una apuesta aún más arriesgada: a mediados de diciembre Albena Teatre estrena Tic-Tac, un nuevo musical, pero a lo grande, con 14 intérpretes sobre el escenario, música original de Noelia Pérez y Josep Zapater, coreografías de Cristina Fernández, escenografía de Montse Amenós, textos escritos por Alberola, Pasqual Alapont y Rodolf Sirera y dirección de Carles. Junto a ellos, su inseparable Toni Benavent lleva las riendas de esta compleja coproducción con Teatres del Poble Valencià, y los técnicos Marcos y Ximo, como siempre, fuera del escenario junto al equipo técnico del Principal.
En la segunda quincena de octubre han comenzado los ensayos en la sala negra del teatro Principal de Valencia.
Cuando entramos, fuera hace sol; cuando salimos tras ver los ensayos, el suelo está mojado y amenaza lluvia. Un panorama propio de finales de octubre en Valencia. Pero dentro, en la caja negra, nadie sabe si llueve o hay sol, para ninguno de los participantes en Tic-Tac hay otro “tiempo” que las ocho semanas que faltan para este musical que promete ser el gran estreno de la cartelera valenciana en Navidad.
“Tenemos un calendario de ensayos complicado, porque cada día dedicamos dos horas a ensayar las coreografías, todos juntos; luego otras dos horas de trabajo con la voz, porque hablamos de un musical; y finalizamos con ajustes del texto y preparativos de luces, decorados, vestuario y todo lo demás… y a medida que se acerque la fecha de estreno los ensayos serán más intensos”, apunta Alberola mientras observa cómo Noelia corrige pequeños detalles cuando unos cantan y Cristina vigila los movimientos de cada uno de los intérpretes en un número musical con inequívoco sabor a cine clásico de Hollywood, donde todo es espectáculo.
Al mismo tiempo que su largometraje se exhibe en Seúl y coincidiendo con su premio L’Altra Mirada en Puçol, en reconocimiento a esa larga trayectoria que no deja de crecer y de la cual se ofrecerá un pequeño recorrido el viernes 27, a las 21 horas, en el Espai Jove: fragmentos de sus obras de teatro, de sus series de televisión y, como primicia, tres minutos de su largometraje M’esperaràs?
Pero, ¿quién es ese Albena del que tanto hablan?
Los orígenes de la familia
Albena Teatre nació en 1994 de la fusión de Alberola y Benavent. El primero, Carles, escribe, dirige e interpreta la mayor parte de las 22 obras que en estos 22 años han llevado a los escenarios españoles. El segundo, Toni, produce, administra y logra el milagro de no perder dinero en los tiempos en que no hay televisión, ni ayudas oficiales, ni programadores… y los pocos escenarios que quedan, como la sala Escalante, se caen, literalmente, a pedazos.
Juntos forman una de las parejas más estables de la cultura valenciana. A finales del siglo pasado lograron que una obra suya, Besos (1999), no sólo se exhibiera en toda España, sino que superó las 1.000 representaciones y les catapultó a los premios Max… premios en los que su última producción, L’aneguet lleig (2015), ha triunfado una vez más, en esta ocasión como mejor musical del año.
Aunque Carles y Toni tenían experiencia previa en creación y gestión de espectáculos, sus inicios fueron muy discretos: una apuesta por una obra pequeña, un monólogo interpretado por Alberola, titulado Currículum (1994), que se estrenó en el festival de teatro de Mislata, con apagón incluido en mitad de la función… y desde el primer momento Albena supo llevar al público a su terreno, seduciéndolo, manipulándolo, convirtiéndolo en cómplice de sus historias, a veces reales, a veces inventadas, siempre emotivas.
Después vinieron obras más serias (Estimada Anuchka, Per què moren els pares?), pero sobre todo funcionaron sus historias mínimas de amor y desamor, amistad, desencuentros y reencuentros. Mandíbula afilada (1997) marcó la línea divisoria, incluso de forma explícita, en una obra con dos partes: la primera imaginada, la segunda real… y quién sabe cómo acabará esa historia, si es que alguna vez acaba.
Su personaje protagonista, entrañable, soñador, quizá un poco torpe y vapuleado por las circunstancias, le valió a Alberola el sobrenombre del “Woody Allen de la Ribera”, pero lejos de repetirse, Carles tomó buena nota de la fórmula del creador de Zelig y se mimetizó en nuevos personajes, nuevas creaciones, en ocasiones interpretadas por otros actores en distintos espectáculos.
Así nació su gran éxito Besos, donde cada canción era un recuerdo y, a base de sketches memorables, consiguió la fórmula de la risa continua y el éxito garantizado. Prueba de ello son sus continuas reposiciones, siempre con llenos en el patio de butacas.
Una fórmula que repitió, aunque sustituyendo canciones por eslóganes publicitarios, con Spot en 2002. Nuevo éxito y fin de un camino. La repetición continua no es la solución. En teatro la fórmula debía finalizar aquí… aunque no las obras formadas por breves historias, como 13 (2006), uno de esos raros ejemplos donde Carles no interviene como actor, quizá porque como buen supersticioso no quería subir a los escenarios en su décimo tercera creación.
Albena se convirtió en un nombre clave en los escenarios valencianos. Una marca en continuo crecimiento con proyectos de todo tipo: adaptaciones fieles de notables autores (Novecento de Alessandro Baricco, Paraules en penombra de Gonzalo Suárez o Tu vida en 65 minutos de Albert Espinosa); obras pensadas para un público infantil, pero en absoluto tomado como espectador facilón, sino inteligente (Artefactes en 2003, El museu del temps en 2008, Kafka y la muñeca viajera en 2012 o la ya citada L’aneguet lleig, el pasado año) y, en fin, piezas que permitieron dar el salto a la dirección a algunos de sus habituales colaboradores, como Roberto García (Perfect) o Laura Useleti (El museu del temps)
En la última década ha habido un retorno ocasional a los orígenes, con Midsummer (2012), donde la pareja protagonista bien podría ser la de Mandíbula afilada si la historia fuera sido contada en clave musical; o Ficció (2014), donde vuelve el monólogo, como en la seminal Currículum, aunque con nuevos secretos que no conviene desvelar… y es que, un vez más, Carles sabe cómo volver llevar al público a su terreno: seducido, manipulado, cómplice, real, inventado, emotivo y coprotagonista del espectáculo.
Su penúltima apuesta fue L’aneguet lleig en 2016, una adaptación musical del cuento de Perrault que llenó las salas el pasado año y, además, consiguió el gran premio del teatro español, el Max, como mejor musical del año.
Prácticamente lo han probado todo en el escenario. Pero faltaba dar el salto.
Gracias al amor al cine Carles llegó a la Escuela de Arte Dramático (donde colgado de una liana conoció a su inseparable Alfred Picó, su pareja habitual en los escenarios) y, además de probar con los cortometrajes, ansiaba experimentar con el lenguaje de la imagen… su otro gran amor.
La familia descubre la tele
La oportunidad llegó en 2005. Canal 9 les ofreció la posibilidad de producir Auto-in-definits, una serie de sketches de fácil factura —aunque compleja elaboración— y humor ligero, apropiado para una serie diaria en horario apto para casi todos los públicos.
La fórmula funcionó de maravilla, por algo ya tenían la experiencia de Besos y Spot en los escenarios. Y el éxito llevó a sucesivas series anuales con planteamientos similares, series que pronto se convirtieron en la gran pantalla para los intérpretes y técnicos de la escena valenciana: una oportunidad de hacer televisión, de llegar a un público más amplio… y siempre en valenciano.
Maniàtics (2006), Socarrats (2007), Per nadal torrons (2008) o Check-in hotel (2009) demuestran que se puede producir y exhibir series valencianas y en valenciano, en prime time, y lograr unas notables cifras de audiencia.
Son los años de máximo esplendor televisivo.
Pero Carles sigue pensando en términos más cinematográficos. Por eso se plantea una serie que va más allá del sketch suelto, del gag blanco, del humor… Así nace Unió Musical Da Capo (2009), con un planteamiento más ambicioso en cuanto a producción, con rodaje en escenarios naturales (incluida Alzira, donde Carles nació) y con un aspecto más cinematográfico en su fotografía, en su diseño de producción y en su banda sonora, donde por primera vez colabora con otro alzireño, Arnau Bataller, hoy en día uno de los mejores compositores cinematográficos de nuestro país.
El fin de Canal 9 precipitó el retorno a los escenarios.
Pero no puso fin a la búsqueda de su particular Grial. Y Albena, después de años luchando contra la crisis, contra la falta de escenarios y de público, logró en 2015 una subvención de CulturArts para poner en marcha su primer largometraje cinematográfico: M’esperaràs?
El salto familiar al cine
En verano de 2011, Alberola enviaba a un grupo de amigos un texto que estaba escribiendo, titulado Locura cotidiana. Como siempre hace, quería oír la opinión de sus compañeros, colaboradores o, sencillamente, personas de confianza. Era una comedia clásica, con chico que busca chica y amigos que le ayudan a encontrarla. Con unidad de tiempo y de lugar: una casa, una noche, una cena y… supongamos que una noche cenando…
En 2013 la pieza ganaba el premio Ciutat d’Alzira de teatro, lo que facilitó que al año siguiente se estrenara en los escenarios valencianos la obra, ya titulada M’esperaràs?, con dos versiones (una en valenciano y otra en castellano), como vienen haciendo con la mayor parte de sus títulos.
En 2015, convencidos de las posibilidades de su adaptación cinematográfica, Albena presenta M’esperaràs? a las subvenciones de CulturArts. Y consiguen el apoyo.
Se repite la historia, el eterno retorno a los orígenes: al igual que cuando empezaron en teatro o en televisión, apuestan por un producto pequeño, controlado, pero capaz de seducir al espectador.
Y, por fin, Carles ya no tendrá que esperar más: llegó la hora de su primer largometraje.
Para ponerlo en marcha cuenta con sus compañeros inseparables en las tablas y en los platós televisivos, técnicos e intérpretes, amigos todos. Gente capaz de trabajar al máximo nivel y de ajustar el presupuesto y el salario si hace falta, porque industria, lo que se dice industria valenciana del cine, hoy por hoy, no hay.
Antes de empezar tuvieron que enfrentarse a las grandes preguntas: ¿buscar intérpretes conocidos que abran el camino a los cines y televisión o mantener el equipo de los escenarios? ¿Rodaje en valenciano o castellano? Todas las decisiones van entrelazadas: un par de intérpretes con caché garantizan el estreno, pero duplican o triplican el presupuesto y, por supuesto, exigen el rodaje en castellano para facilitar el estreno en toda España.
Al final, Toni y Carles optaron por volver a los orígenes, como en teatro y como en televisión: una pequeña pieza de cámara donde Albena tenga el control absoluto. Y en valenciano, por supuesto.
“Tenemos un presupuesto de film pequeño, menos de 500.000 euros, pero de la subvención prometida para entregar en dos años, 2015 y 2016, aún no hemos recibido un euro, por lo que es Albena quien da la cara y asume los riesgos”, explica Toni Benavent. “Como tenemos un equipo que es una gran familia, hemos planteado un rodaje ajustado, sólo cuatro semanas, y aunque está costando llegar cada día al plan de rodaje previsto, creo que lo conseguiremos”.
Cuesta porque todo está muy, muy ajustado. Si rodaran con dos cámaras ganarían tiempo, pero alquilar una cámara cuesta 1.700 euros diarios, así que es inviable alquilar dos para veinte jornadas de rodaje. Jornadas apretadas, donde cada día entran a las 8 de la mañana en maquillaje, comienzan a rodar a las 9, paran a las 13 para una comida rápida en la propia masía, vuelven bajo los focos una hora después y finalizan sobre las 18 horas.
Aunque no todos, porque Carles, Toni, Sanjaime, Martí y Piqueras, los responsables de producción y dirección, se quedan para revisar el material del día y preparar el del día siguiente.
“Un trabajo que está siendo muy fructífero porque tenemos a Vicente Ibáñez aquí al lado, en una habitación, haciendo un primer montaje de lo que vamos rodando cada día, un coste que hemos asumido porque nos permite comprobar que no falta ningún plano o que, como me sucedió a mí mismo en una escena, nos permite repetir una toma cuando la interpretación no encaja con el resto de personajes”, confiesa Carles Alberola, tan exigente consigo mismo y su interpretación como lo pueda ser con el resto de actores.
La primera semana rodaron planos en el cauce del Turia y en algunas calles de Valencia, a las que se unirán las tomas en la Universidad. Todo ello es nuevo, forma parte de ese proceso de transformar el lenguaje teatral en cinematográfico, para lo que Carles ha escrito escenas nuevas, sobre todo al inicio del film, narradas prácticamente sin diálogos y en las que, presumiblemente, Arnau Bataller tendrá que aportar las notas que le den unidad.
Las otras tres semanas están dedicadas al interior de la vivienda del protagonista, con rodaje en una alquería de Moncada, donde tiene lugar esa cena clave que le permitirá, después de dos años, volver a sentir el contacto de la piel de una mujer, actuando para ello como carabinas sus inseparables amigos, que forman un matrimonio ejemplar.
Al menos en teoría, porque luego la función discurrirá por otros cauces, tal y como ocurría en la obra teatral, hacia la que Carles —como adaptador y director— guarda un respeto absoluto, como ya hiciera con sus adaptaciones anteriores de Baricco, Espinosa o Gonzalo Suárez. Una obra que transcurría íntegramente en una casa, que por su aspecto, uno diría que es la misma casa de su corto Olenska (2003) y que bien podría ser el hogar del mismísimo Woody Allen de la Ribera.
“La casa es el quinto protagonista, por eso hemos trabajado a fondo la presentación de cada espacio y cada habitación; todos tendrán su protagonismo en distintas escenas”, apunta Alberola. “La cocina, el despacho, el comedor… todos tienen son importantes y hemos dejado para el final un rincón más íntimo, con una ventana que nos permitirá un final muy emotivo, basado en el de la obra de teatro, pero más cinematográfico”.
Un final en el que los efectos digitales tendrán también mucho que decir. Ya lo decíamos antes, hablamos de cine y éste necesita su propio lenguaje, su propio tratamiento de las situaciones, por más cotidianas que sean. Ya sabéis, el clásico chico busca chica, chico encuentra chica y… ¿chico se queda con chica?