La ciutat del 9 d’Octubre
Patrimonio transformado_ Jaime Alcayde, arquitecto.
La noticia conmocionó a la cristiandad, el joven rey de la Corona de Aragón había entrado triunfal en la ciudad musulmana de Valencia. La toma de la ciudad fue parte de la conquista de Jaime I al reino taifa de Valencia, que desde 1229 gobernaba Zayyan, último rey musulmán. Éste se había rebelado contra el anterior rey Abu Zayd (el moro Zeit), el cual había pactado la rendición de Valencia con Jaime I y ahora le ayudaría en su gesta.
Un ejército de 1000 caballeros y 7000 peones se había establecido desde hacía cinco meses a las afueras de la ciudad, en Ruzafa, y desde allí se había organizado el asedio. No hubo batalla, la ciudad agotada se rindió. El último suspiro lo había dado el poeta Ibn al-Abbar cuando por orden de Zayyan viajó a Túnez en busca de ayuda, y desde donde el emir había enviado doce naves hacia Valencia, que finalmente no pudieron desembarcar. Sus palabras quedaron escritas: ‘Cual nube de langostas, cual hambrientos leones; destruyen los cristianos nuestro rico vergel; de Valencia los límites traspasan sus pendones; y talan nuestros campos con deleite cruel; Ni reposa, ni duerme, ni sabe perdonar (…)’. La ciudad estaba perdida.
Ya se había anunciado un año antes, en la Batalla de El Puig. Un día de agosto de 1.237 el ejército de Zayyan se midió con el de Jaime I y perdió una batalla en campo abierto (según la leyenda gracias a la ayuda de Sant Jordi). Y ahora, la ciudad agonizaba. El ejército formado inicialmente por caballeros catalanes y aragoneses, había ido adquiriendo carácter de ‘cruzada contra el musulmán’, y recibió el apoyo de las órdenes de los templarios y los hospitalarios, que acudieron bajo el amparo del Papa, equiparando esta conquista a la de tierra Santa. También respondieron a esta llamada caballeros occitanos, ingleses y alemanes.
Todos tenían sed de batalla, querían asaltar la ciudad y repartirse el botín. Pero no ocurrió así. El 28 de septiembre Jaime I firmó el pacto de rendición con Zayyan, y se acordaron unos días de tregua para dejar salir de la ciudad a los musulmanes que quisieran, fueron unos 5.000. Y el 9 de octubre, entró Jaime I por la puerta de ‘Alí Bufat’ (en la actual iglesia del Temple), y también lo dejó por escrito: ‘Avisarem el rei (Zayyan) per tal que els cristians saberen que València era nostra i que no els feren cap mal, que posaren la nostra senyera en la torre que ara es del Temple, i nos ens trobavem entre la rambla i el reial i la torre, i quan verem la nostra senyera dalt de la torre, descavalcarem del cavall i ens girarem cap a orient, i plorarem dels nostres ulls i besarem la terra per la gran mercè que deu ens havia fet’.
Jaime I conquistó la ciudad, y la repartió entre sus caballeros. No la destruyó, y contó con los 10.000 musulmanes que decidieron quedarse, ahora vasallos. Utilizó sus murallas, sus torres, e incluso su mezquita mayor (que consagró cristiana), también sus viviendas y sus calles. Pero esa ciudad no iba a permanecer. El día que marcó el inicio de la historia de los valencianos, empezó también la transformación de la ciudad. Y de esa ciudad del 9 de octubre de 1.238 no quedó nada.
*imagen: Entrada de Jaime I a la ciudad de Valencia, pintura mural del Castillo de los Calatravos de Alcañiz, s. XIV.