Mirando a nuestros ancianos
Desde hace días, cuando crucé una mirada con aquella mujer octogenaria que lanzaba migas a las palomas del parque, no dejo de darle vueltas a algo: nuestra sociedad no trata a los ancianos como se merecen.
Cuidar y tratar a las personas de la tercera edad con la humanidad que necesitan no se valora. Da la sensación de que en este mundo del aquí y del ahora la mayoría de los jóvenes no somos conscientes del apoyo que necesitan estas personas y de lo mucho que nos pueden aportar todavía.
Personas mayores que se encuentran en asilos, en cierta medida, están solos y abandonados a causa del gran desinterés por parte de su familia o, incluso, ellos mismos se encierran para no suponer una carga para su familia. ¡Una carga! El problema es que la sociedad así lo transmite, les hace creer que no tienen nada que aportar. Y eso no es cierto.
Tanto los jóvenes como el resto de familiares de los ancianos debemos preocuparnos y ocuparnos de ellos. Es, o debería ser, una obligación moral. Y es algo enriquecedor, pues de sus vivencias podemos aprender tantas cosas que el ajetreo del día a día nos ha hecho olvidar…
Y ahora, en tiempos de elecciones, los políticos deberían dejar de hablar y comenzar a mirar. Tal vez así crucen su mirada, aunque sea por mera casualidad, con alguien como aquella mujer del parque, que les permita abrir sus ojos para ver y no sus bocas para vociferar. Tenemos mucho que aprender de ellos. Hagámoslo.