Así será la vuelta al cole en el colegio público Jaume I Conqueridor de Catarroja
Catarroja (Valencia), 27 ago (EFE).- Distanciar pupitres a metro y medio en las aulas, montar parabanes de separación en las mesas del comedor o reubicar muebles son tareas contra el reloj que estos días llevan a cabo en el colegio público Jaume I Conqueridor de Catarroja (Valencia) para una vuela al cole «segura» y que «minimice riesgos».
Su director, Xavi Leal, cuenta a EFE las complicaciones por acabar la escuela de verano municipal el 14 de agosto y estar inmersos en algunas obras aunque admite que, con los protocolos listos y el trabajo de organización y preparación de espacios adelantado, confían en conseguir que el colegio «sea lo más seguro posible».
MENSAJE DE CALMA A LOS PADRES
Leal transmite a los padres un mensaje de «calma» porque están organizando el funcionamiento del centro, al que asisten cerca de 460 escolares de Infantil y Primaria, «de la mejor manera» para «minimizar al máximo los riesgos» e intentando «buscar el riesgo cero», en una apuesta por la educación presencial.
De hecho, la entrada será escalonada y por varias puertas, con filas y accesos ordenado y vigilado para evitar aglomeraciones, y ya saben que el aula del AMPA, a falta de vaciar muebles y dejarla más diáfana, será «espacio COVID», donde trasladar a un posible alumno sospechoso a la espera de contactar con sus padres y con Sanidad.
«La situación es extraordinaria para todos y es un inicio de curso fuera de lo normal», por lo que Leal reclama «corresponsabilidad» de familias y alumnado en la adopción de las medidas como entradas y salidas, la toma de temperatura antes de salir de casa o no llevar al niño al colegio si manifiesta síntomas, algo a lo que, apunta, se tendrán que comprometer con la firma de una declaración responsable.
COMEDOR: DE 130 A 60 COMENSALES
Uno de los espacios adaptados es el comedor, donde pasan de 130 a 60 comensales y tanto Leal como la jefa de estudios, Carolina Ramos, se afanan estos días, cinta aislante y tijera en mano, en el montaje de unos parabanes hechos con perchas a las que adaptan plásticos para poner entre mesa y mesa.
«Donde antes comían seis niños, tres y tres a cada lado, ahora comerán dos», detalla Ramos, que hace hincapié en que han tenido que apelar a su «creatividad» para dar con una solución más barata que el metacrilato, fácil de montar y que «se puede aprovechar cuando todo pase».
BIBLIOTECA: UN PROYECTO DE IKEA SIN ESTRENAR RECONVERTIDO A AULA
También han creado aulas exteriores para poder dar algunas clases y convertido el lugar de reunión de profesores en una clase de un grupo de convivencia estable, con pupitres más pequeños, para un grupo de 16 alumnos, que además comerá en el mismo espacio.
Pero el vuelco más grande lo han dado en la biblioteca, un espacio proyectado por iniciativa de IKEA, con muebles que cedió la empresa sueca, con una decoración divertida, con una especie de paneles japoneses coloridos como cortinas y que fue inaugurada el 6 de marzo pero que no se ha podido ni estrenar.
Aunque mantiene su vistosidad, se han puesto pupitres y lo ocupará uno de los dos grupos de alumnos de sexto de Primaria, en su último año de colegio, mientras que el otro se ubicará en el aula de música, también convertida en clase, ya que ambos espacios son más grandes y pueden acoger a 26 niños.
MEDIDAS MÁS ESTRICTAS
En el centro no faltarán alfombras a la entrada del edificio para la desinfección de los pies, mascarillas incluso para los de grupos estables cuando no se pueda guardar la distancia de seguridad, marcas para saber dónde va cada pupitre y carteles de señalización para el uso de las escaleras y los pasillos.
Habrá un dosificador de gel hidroalcohólico en cada aula y han pedido a los padres que los niños lleven dosificadores individuales y, para los más pequeños, además de las habituales toallitas, les han sugerido que lleven jabón para una mayor higiene.
«Tendremos medidas más estrictas de lo que dice la normativa. Desde los 3 años tenemos muy hablado de que todo el mundo, cuando entre, no se puede mover del sitio y hasta que no dé la orden el maestro no se puede levantar a colgar la mochila y todo el tiempo que se pueda, vamos a hacer uso de la mascarilla», apunta Ramos.
Junto al AMPA, «muy participativa» e «involucrada en todas las actividades pedagógicas», según Leal, estudian la compra de riñoneras o bolsas para que todos los alumnos tengan «un lugar a mano higienizado» para guardar la mascarilla cuando no la usen si están en el comedor o cuando regresan al aula de otra actividad o del patio.
Igualmente, en los grupos de convivencia estable, a pesar de que no es obligado porque son menos alumnos, han recolocado los pupitres intentando guardar la máxima distancia de seguridad porque saben «que eso evita contagios».
LA PANDEMIA COMO PROYECTO EDUCATIVO
Leal asegura que van a trabajar con los alumnos la concienciación y la corresponsabilidad, e incluso, la pandemia, sus consecuencias y cómo la combaten se tratará «como proyecto educativo, porque tocamos ciencia, salud e incluso historia» ya que, como le dice a sus alumnos, «en unos años se estudiará en los libros».
«Lo están viviendo y hay que hacerles partícipes evitando que no caigan en la sensación de culpa o haber hecho mal las cosas», concluye. EFE