Cuando alguien se autoniega, empieza a anularse
Alberto Torralba Campos – Coordinador de Esquerra Unida Paiporta
Cuando alguien no tiene argumentos suficientes para defenderse de la culpa de una acción que ha cometido tiene dos opciones, meter la cabeza debajo de tierra emulando a un ave africana de la familia Struthionidae o directamente negar la culpa o el delito.
Esta metodología se está poniendo muy en práctica en la actualidad, sobre todo por parte de los grupos neofascistas que amenazan con asaltar las instituciones parlamentarias, en las cuales no creen, entre otras cosas porque son la esencia de la democracia.
Dos ejemplos: Ante la lucha contra la violencia contra la mujer, niegan su existencia. Según ellos no existe, se trata de violencia “intrafamiliar”. Ante la lucha contra el cambio climático, niegan que exista tal cambio, por lo tanto, proponen seguir destruyendo la vida y el planeta.
Pero nada es improvisado ni fruto de la ignorancia, todo responde a unos propósitos preestablecidos y que son el motivo, el origen y el germen de la creación de estas formaciones a las que les gusta lucir sus tatuajes con simbología nazi.
Negar la violencia contra la mujer supone volver a una sociedad patriarcal en grado sumo y cercana a la que sufrió España durante la dictadura de Franco, cuando este se paseaba bajo palio, una sociedad en la que la mujer era considerada poco más que otro utensilio más de la casa.
Negar el cambio climático tiene como objetivo descartar cualquier iniciativa legislativa que proteja el medio ambiente y el planeta por extensión, dejando así vía libre a las multinacionales para seguir ganando ingentes cantidades de dinero a costa de la degradación de los ecosistemas, mediante la extracción y destrucción de los recursos naturales.
Queda claro que todo tiene una causa, un motivo, un fin. Nada, o muy pocas de las cosas que suceden en nuestro entorno, son casualidades ni frutos del azar.
Todo esto no es nuevo y tiene una macabra coherencia en estas organizaciones que son simplemente los rebaños que hacen el trabajo sucio del amo. Pero cuando una alcaldesa, supuestamente de izquierdas, niega que una corrida de toros o un toro embolado no supone maltrato animal y por lo tanto no tiene ningún problema en conceder permiso para que se realice esta actividad cruel en su pueblo, ¿a quién le está haciendo el trabajo sucio? ¿Por qué niega la culpa que ha cometido y a quién obedece? ¿Qué razón suprema le ha llevado a romper un pacto de gobierno, que tanto cuesta conseguir? ¿Qué impulso ha tenido para dar una victoria no merecida a una derecha que ahora mismo se regocija con su decisión?
Señora alcaldesa, si lo que intentaba era contentar a todo el mundo, cosa imposible y poco recomendable, lo que ha conseguido es ponerse en contra de la gran mayoría de la población y en gran parte de la que una vez le votó.
Es tiempo de rectificar. No es una práctica habitual, pero se puede hacer.