Componentes de la Brigada 26, en una foto oficial del Ayuntamiento de Valencia del año 1980.

Cuando la Brigada 26 evitó un atentado de los GRAPO en Valencia

Los agentes detuvieron a dos terroristas que iban a poner una bomba al paso de un autobús de guardias civiles

La denominada Brigada 26, una división especial de la Policía Municipal de Valencia destinada a reducir la creciente delincuencia callejera nocturna de la época, que estuvo en acción desde su creación en 1972 hasta su disolución como tal en 1986, se hizo famosa por sus métodos expeditivos y su eficacia, pese a su escasez de medios, hasta el punto de que fue conocida popularmente como los ‘hombres de Harrelson’ de una serie televisiva estadounidense muy seguida en esos años. Sin embargo, al margen de esa fama, ganada a pulso en un contexto social convulso y turbulento, marcado por los últimos años del régimen franquista y el inicio de la Transición democrática, esta brigada especial fue protagonista de un singular hecho poco conocido: sus miembros, aunque no era esa su función, evitaron un atentado de los GRAPO en Valencia que hubiera podido significar una masacre.

Antes de este suceso, ocurrido en 1983, se dio además la circunstancia de que uno de los agentes que evitaron el atentado, y un policía municipal que le acompañaba en el retén de guardia nocturna del Ayuntamiento de Valencia, salieron ilesos de otro ataque de la misma banda terrorista, que les podía haber costado la vida. Uno de los policías protagonistas de estos hechos, Felipe, recuerda lo ocurrido: “Estábamos mi compañero y yo en el retén, cuando los camareros de la cercana cafetería Tívoli nos dijeron que nos habían dejado un radiocasete en la ventana. Nos acercamos y vimos que no era un radiocasete, sino una caja metálica rectangular de aluminio, con unos cables, en la que dentro se escuchaba un tic tac; sospechamos que era una bomba y avisamos a la Policía Nacional para que enviaran a un artificiero, que la detectó y la desactivó”.

Fuera de turno

Al cabo de una semana, Felipe y un compañero suyo de la Brigada 26 llamado Manolo, con quien estaba de guardia en esta ocasión en el Ayuntamiento, recibieron un aviso en el retén: “Había telefoneado a la brigada una mujer mayor, a la que su hijo o nieto, un guardia jurado, le había dicho que lo hiciera, para avisarnos de que había visto en la calle Bellús a dos personas en actitud sospechosa. Era al filo de las 6 de la mañana y acababa nuestro turno, así que mi compañero dijo que mejor se lo dejábamos a los policías municipales que iban a empezar el suyo, pero le dije que quería ir de todas formas y me acompañó”. Una vez allí, “nos encontramos con los demás compañeros de la brigada que, aunque habían acabado igualmente su jornada, también habían querido acudir a ver qué pasaba”.

Lo que sucedió a continuación fue decisivo. Tal como recuerda Felipe, “encontramos a un hombre y una mujer bien vestidos, a los que se les preguntó quiénes eran y que hacían allí, y contestaron que él era profesor de la Universidad y que ella era una enfermera que iba al hospital”. Las explicaciones no les resultaron muy convincentes a los agentes y a Felipe le llamó la atención la forma de un pequeño bolso que llevaba la mujer: “lo toqué y me di cuenta de que llevaba una pistola, así que saqué la mía, les apunté y, mientras ella decía que estaba mareada, su pareja intentó sacar la pistola que llevaba al cinto, pero mis compañeros se abalanzaron inmediatamente sobre él y lo redujeron”.

Conocidos y en búsqueda

Una vez detenidos, se llamó al grupo de la Policía Nacional especializado en la lucha antiterrorista, cuyos agentes “los reconocieron enseguida como miembros de los GRAPO y dijeron, además, que los estaban buscando. El hombre detenido llevaba, además de la pistola, una pequeña bolsa escondida con dinero y unos papeles con anotaciones, así como un cordel con el que estaban realizando mediciones en la calle”, recuerda Felipe, quien añade que, lo que se supo después, tras las pertinentes averiguaciones policiales, fue que se había evitado un atentado que los detenidos estaban preparando: “Habían planeado poner una bomba para que explotara al paso de un autobús de guardias civiles, los que se trasladaban desde el cuartel de Benimaclet a la prisión provincial, la antigua Cárcel Modelo, para proceder al relevo de efectivos, cuyo trayecto pasaba justo al lado de la calle Bellús, donde les detuvimos”.

Medalla al mérito policial

Esta acción fue reconocida con la Medalla al Mérito Policial, distintivo verde, que concedió el Gobierno de la época al cuerpo de la Policía Municipal de Valencia en su conjunto, en el que estaba encuadrada la división especial de la Brigada 26.

Hay que recordar que el primer atentado terrorista de los GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre) en Valencia había sido en 1977, cuando provocaron una explosión en la sede del Tribunal Tutelar de Menores. En 1982, lanzaron desde un coche un artefacto explosivo contra la Delegación de Hacienda. Y, en ese mismo año 1983 en el que se evitó el atentado, habían asesinado al inspector jefe de la Policía Nacional Emilio García Martínez, colocando una bomba en su coche.

Limpieza’ del Barrio del Carmen

La Brigada 26 fue plenamente efectiva en el cometido para el que fue creada, que no fue otro más que la reducción de la delincuencia, y lo hubiera sido aún más todavía de haber contado con más y mejores medios. Por ello, fue imitada en otras ciudades de España, como Madrid, a cuyo grupo especial los llamaban ‘los Kung Fu’; en Barcelona; en Badalona; en Málaga, en Zaragoza o en Alicante, entre otras. Hay que señalar al respecto que, a los seis meses de estar en funcionamiento, la Brigada 26 recibió la felicitación del Colegio de Magistrados de la Audiencia Territorial y Provincial de Valencia, dado que se había logrado reducir la delincuencia en un 40%.

Asimismo, realizó varias acciones policiales importantes, como la erradicación del tráfico de droga, en este caso la heroína, en el centro de Valencia, hacia el año 1982, al expulsar a los clanes de narcotraficantes que habían invadido el Barrio del Carmen y amedrentado a sus habitantes. Por ello, los vecinos de este céntrico barrio, y también los de Nazaret o La Malvarrosa, reclamaban la presencia de las patrullas de la Brigada 26, porque era sinónimo de seguridad y tranquilidad por la noche. Incluso los falleros querían tenerlos cerca de sus casales, aunque no era posible porque tenían que patrullar las calles.

Historia por escribir

La historia de la Brigada 26 está por escribir, tal como lo manifiestan sus miembros jubilados, quienes aseguran que se ha creado una imagen de la misma mitificada en algunos aspectos y distorsionada en otros. Ensalzados por unos, los más, según ellos, y denostados por otros, se lamentan de que han recibido “acusaciones sin fundamento”. Un reciente informe televisivo sobre la brigada no satisfizo a sus ex miembros, algunos de los cuales aseguraron sentirse “defraudados por el tratamiento” que se le dio a su participación. Tampoco satisfizo a sus detractores, que también participaron. Por ello, los antiguos agentes, que se reúnen de vez en cuando en virtud de la amistad que mantienen, manifiestan su anhelo de que, no sólo pueda llegarse a escribir algún día su historia, bien detallada y documentada, sino que se haga confrontando primero “cara a cara” a unos con otros, para que sea lo más objetiva posible.