El arte de trabajar por y para l’horta
A casi una semana de la celebración del Dia de la Dona no hay mejor opción que conversar con dos mujeres fuertes y luchadoras, pero sobre todo amantes de su trabajo: cuidar y trabajar l´horta. Una horta tal vez castigada por una situación generacional donde los jóvenes huyen o se resisten en su mayoría a seguir los pasos de sus padres o abuelos…
Ambas viven en Meliana municipio de l´Horta Nord rodeado de huerta. Una huerta mimadísima desde siempre y hasta bien entrados los años 90.
Desde bien pequeñas Amparo de 50 años y Rosa de poco más de 80 recuerdan los tiempos pasados bajo la inmensidad de los cielos, trabajando de sol a sol. Amparo aún trabaja activamente, Rosa ayuda en ocasiones (debido a su edad) a su hijo labrador que si que ha querido continuar con el trabajo hortícola.
Ya nada es como antes, aseguran ambas, pero las labores en los campos siguen siendo las mismas de hace décadas. Levantarse antes de que salga el sol, ir al campo, plantar y recoger la cosecha, ponerla en cajas o cajones y prepararla perfectamente para vender en ‘la Tira de Contar’.
Amparo Martínez asegura que “cuando era más joven casi todas las amigas trabajábamos en el campo ayudando a los padres o bien recogiendo, o vendiendo en mercados; soy del barrio de Roca de Meliana por lo que no conozco otra cosa que no sea el campo”.
Ahora se afana con las alcachofas, cebollas tiernas y ya mira hacia el verano: “les tomates valencianes y las patatas”. Amparo vende en Mercavalencia. Allí, asegura ser feliz: “lo que más me gusta-añade entre risas- es cuando todo sale bien y se vende todo bien. Lo más bonito de trabajar en l´horta es la libertad y la tranquilidad que se respira de madrugada, no se escuchan coches, ni hay estrés, ni móviles..”, aunque ella es de estar en el mercado asegura que “nuestra enemiga es la meteorología”. Su marido es el ‘llaurador’, yo ayudo también a montar cajones y a prepararlo todo…
Por otra parte Rosa de más de 80 años no entiende su vida sin su trozo de huerta valenciana. Le preguntas por el que fue su trabajo y ahí en ese justo momento se iluminan sus ojos. Unos ojos vivos y no cansados, más bien al contrario, “yo ya no trabajo, pero algunas ocasiones ayudo en casa y me siento bien”. Es mi vida y ver que mi hijo ha continuado con este amor a la tierra me enorgullece mucho.
Su edad es el ejemplo de resistencia al trabajo en la tierra “hoy por hoy soy feliz porque en casa se respira campo-añade entre sonrisas-He trabajado en l´horta desde que tengo uso de razón y aunque ahora ya no trabajo sigue siendo mi vida”.
Es de familia de ‘llauradors’ de Meliana de toda la vida con varios campos, donde plantan las verduras de temporada para luego también venderla en la tira. “Allí éramos una autentica familia. Vender, comprar, hablar y negociar era muy bonito. A los 9 años ya estaba yo en los mercados yo solita…al hacerme mayor y casarme compaginé los madrugones del campo y con todas las tareas del cuidado de los hijos, incluso me daba tiempo de bordar”.- recuerda entre risas, “no cambiaría lo que fue mi trabajo, por ningún otro, jamás. Si volviera a nacer elegiría trabajar en lo mismo”, afirma muy contundente Rosa que defiende el trabajo del campo y del mercadeo y se siente bien cuando habla de su pasado.
Lo que más recuerda de ser una labor pesada era la recolecta de patatas “madre mía, eso sí que cansaba, pero se hacía igual”. Lo que más le gustaba era “las ganancias”, se ríe.
Rosa tiene poco más de 80 años, pero cuando habla tiene la misma vitalidad que aquella joven de 40 años que veía como amanecía entre los campos de Meliana.
Dos mujeres fuertes y amantes de l´Horta Valenciana que demuestran que el campo es para aquel que realmente lo quiere.