El Club de Lectura Puçol despidió sus actividades de 2022 con la presencia del escritor Manel Alonso i Català
El Club de Lectura Puçol despidió sus actividades de 2022 con la presencia del escritor Manel Alonso i Català para hablar de una de sus obras, en este caso su última novela, Fusta de carrasca. Una reflexión donde el autor se esconde detrás de un personaje, en un juego de espejos en el que la protagonista es su mujer en la vida real, Pilar. Resume la experiencia la coordinadora del club, Juana Sáez
Fusta de carrasca es una novela en la que Manel Alonso, en su tendencia al hibridismo genérico, mezcla y desdibuja los contornos novelescos, biográficos, autobiográficos y testimoniales. En un juego literario y bello gesto, Manel delega su voz en Pilar, su compañera, su mujer en la vida real, para que sea ella la que nos cuente en primera persona su propia historia, la de sus orígenes y la compartida con él.
Nuestro autor no tiene voz ni protagonismo más allá de lo que Pilar, la entrañable protagonista y narradora, nos cuenta sobre él; sin embargo, está siempre presente en la narración de Pilar porque reconocemos su estilo, su prosa poética y su universo literario en una lograda fusión de dos voces en una, la voz de una pareja bien avenida.
La novela está estructurada en nueve capítulos, cada uno de ellos introducido por un breve poema que les da el título y la temática principal. Ya en el primer capítulo, La déria de recordar, observamos la complejidad estructural en cuanto a tiempo, espacio y voz narrativa. Pilar inicia su narración desde el presente que siente cargado de dolorosas ausencias: «Les absències són ferides que mai no acaben de cicatritzar. De tant en tant, s’obrin i supuren un líquid espés amarg com l’asséver que em crema la pell i em produïx un dolor intents i profund».
Con referencias proustianas un sabor, el del pan del pueblo de sus orígenes, activa la memoria involuntaria de Pilar, la de los recuerdos intensamente revividos a través de los sentidos: sabores, olores, sonidos del presente de Pilar, o incluso sus guisos cotidianos, sacan a relucir sus recuerdos y estos se encadenan en una libre asociación de ideas, remembranzas y reflexiones que son las que hacen que se desarrolle su narración en un constante ir y venir, de tiempos pasados a tiempos del presente, hasta cerrar la novela, al igual que Proust en su obra magna , en un círculo perfecto.
A la complejidad del desorden temporal, de una memoria que contiene todos los tiempos en un orden imprevisible, se une la espacial. Los recuerdos, la vida y la narración de Pilar se mueven en dos espacios: por un lado, en Ossa de Montiel y sus alrededores manchegos, lugar de origen de sus ancestros, de su familia materna que tuvo que emigrar en busca de una vida alejada de las penurias y, por otro lado, Pouet, el pueblo valenciano que su familia eligió para asentarse y prosperar y en el que nació, creció y vive Pilar. Dos espacios que se unen en la mente, en la identidad y en la trayectoria de vida de la narradora. Pilar nos cuenta una historia de mezcla e integración de tiempos, espacios, culturas, idiomas, identidades, personas, de protagonista y autor.
Mezcla e integración, desorden temporal y espacial, fusión de géneros narrativos, son recursos que dotan a Fusta de carrasca de complejidad literaria, pero no impiden que sigamos con facilidad el hilo temporal y argumental, ni que leamos la novela con fluidez e interés creciente, ni tampoco que podamos distinguir varios planos narrativos: el del autor reflejado en su obra en una velada autobiografía; el de las vicisitudes de la familia Carrasca, mote heredado del nombre de la abuela materna de Pilar, y del que la novela toma el título por la fortaleza de la madera de carrasca, una fortaleza que caracteriza a la abuela y a la madre de Pilar y que ella hereda; el del testimonio detallado de una época y de un pueblo espejo de muchos pueblos; el plano de la protagonista y narradora que, desde su intimidad cotidiana, rememora sabiendo que «La memòria és una recreació subjectiva del passat» y reservando para sí lo más íntimo, dejando que nuestra imaginación y experiencias intuyan lo que falta.
Pilar nos cuenta las circunstancias e hitos de trayectoria vital que han dado lugar a que ella sea quien es: su condición social de hija de inmigrantes, su identidad escindida, su progresiva adaptación e integración en el pueblo y la cultura valenciana, su relación sentimental con Manel, oriundo de Pouet, los hijos de ambos, Bernat y Arnau Llibertat, cada uno a su manera, especiales; el paso del tiempo con su poder transformador, las penas que le pesan más que las alegrías, pero no la derrotan, las ausencias dolorosas y la trágica, la inenarrable ausencia de un hijo muy amado. La obsesión de recordar y escribir para que lo que es querido no caiga en el olvido.
Fusta de carrasca tiene la virtud, no solo de invocar nuestros propios recuerdos, sino de introducirnos en el universo literario que Manel ha creado, el de la vida cotidiana y temas esenciales del ser humano representados en Pouet, el pequeño pueblo que deviene en universal. Nuestro autor eleva a nivel literario a su pueblo, Puçol, a su gente y a sus seres queridos y, por lo tanto, los dota de inmortalidad.
Manel y Pilar escriben una novela que contiene elementos de los grandes clásicos: lo trágico y lo heroico de las pequeñas, grandes personas hechas de fusta de carrasca.
En el Club de Lectura de Pouet nunca habíamos leído una novela tan entrañable y cercana como Fusta de carrasca. La voz poética, descriptiva, serena y sincera de Pilar nos sumerge en su mundo interior y en su vida cotidiana, en sus vivencias que son reflejos de las nuestras. En gran medida, las mujeres que participamos en el Club somos de la misma generación que Pilar, vivimos en Pouet o en pueblos aledaños con trayectorias similares. Conocemos a la pareja, nos solidarizamos con ella y nos identificamos en su relato. Algunas somos de origen inmigrante y otras oriundas de Pouet u otros pueblos valencianos que igualmente recibieron, en los años sesenta del siglo pasado, el éxodo rural del interior peninsular hacia zonas industriales y agrícolas más desarrolladas.
Un auténtico alud migratorio que en muchos casos supuso doblar la población de las ciudades y pueblos receptores, como es el caso de Pouet, con todos los cambios en cualquier ámbito que ello conlleva. Tanto unas como otras vivimos ese proceso sin grandes conflictos más allá de problemáticas identitarias y culturales, personales, que surgen de la convivencia de orígenes, idiomas y culturas diferentes en el mismo espacio.
Fusta de carrasca es el testimonio de un periodo histórico y de un lugar que compartimos con los autores de la novela. La pareja rememora y, a través de la voz de Pilar, caminamos con ellos por La Marjal dels Moros, por los caminos de las masías diseminadas por la luminosa huerta valenciana, por la añoranza al ver su progresivo deterioro, por el mar que baña los pies de Pouet y por la Sierra Calderona que guarda sus espaldas.
«Caminant retrobe la pau emocional que sent que he perdut al poble».
Revivimos con ellos etapas de nuestras vidas y sus emociones, la edad escolar, las relaciones familiares y afectivas, el primer amor, el primer fracaso, la música, las discotecas, el cine, los barrios, la literatura, el trabajo, el paso del tiempo, el matrimonio, los hijos, los accidentes, la enfermedad, las ausencias…hasta los guisos de nuestras madres recuperan su sabor.
«La memòria és una vella arca plena d’andròmines inútils que guarden els somriures i les penes».
Pilar nos dice que Fusta de carrasca «és el meu petit llegat d’ amor al meu Arnau (…). Ara sin destinatari, aquest quadern ha perdut el seu sentit…».
Estos últimos puntos suspensivos pueden expresar una duda, ¿ha perdido realmente su sentido? Nosotras defendemos que no, Fusta de carrasca es un precioso legado de Pilar, de Manel y de Arnau Llibertat, que fue quien lo inspiró, a todos los hijos, y los hijos de los hijos, de una generación para que conozcan su historia y vean que independientemente del origen nuestras vivencias son similares, porque son un universales.