La Passejà de Quart de Poblet cumple 300 años por todo lo alto
Pocas tradiciones pueden presumir de contar con tres siglos de historia. La Passejà de San Onofre cumplió el viernes 300 años por todo lo alto. Más de 2.000 personas acompañaron al patrón de Quart de Poblet en una noche inolvidable donde todo salió perfecto.
Como cada año, els Amics de la Passejà se reunieron en su sede con La Colla de Tabals i Dolçaines Va de Bo y con la Banda de Música l’Amistat desde donde repartieron la pólvora, se pusieron su blusón característico y partieron hacia la ermita donde les esperaba el santo y el resto de quarteros y quarteras.
Desde allí, lo pasearon custodiado por el fuego y la pólvora hasta la rotonda del Agua, donde se realizaron dos “rodes de foc”. En la primera, son los niños y niñas los encargados de sujetar las tenazas de donde salen disparados los cohetes, mientras en la segunda, los adultos toman el relevo. A su paso por el Ayuntamiento, els coheters realizaron un pasillo de fuego minutos antes de que se disparara un espectacular castillo junto a la Biblioteca. El santo terminó su cumpleaños en la Plaza de la Iglesia donde la Asociación Amics de la Passejà invitó al pueblo a horchata, refrescos y rosquilletas.
Al día siguiente la imagen, popularmente llamada “la coveta”, realizó el camino inverso, desde la Parroquia de la Purísima Concepción, donde pasó la noche, hasta la Ermita que lleva su nombre y donde se ofició una misa en su honor. El sábado por la noche, la Orquesta Montecarlo, estuvo en este aniversario tan especial.
La Passejà de Sant Onofre, declarada Fiesta de Interés Turístico Autonómico por la Generalitat Valenciana, comenzó el 9 de junio de 1723 cuando el patrón de Quart de Poblet escuchó las súplicas de su pueblo y acabó con la sequía que estaba a punto de arruinar a los agricultores. Gracias a la lluvia de ese día, los cultivos se salvaron y, de forma espontánea, los vecinos y vecinas subieron a la Ermita y pasearon al santo acompañándolo de fuego, música y alegría. Desde entonces, y de forma ininterrumpida, se ha mantenido viva la leyenda y aquel paseo se convirtió en La Passejà. Una fiesta singular de la Comunitat Valenciana que recibe gran cantidad de visitantes, tanto vecinos que ya no viven en la localidad y que regresan ese día para reunirse con familiares y amigos, como ciudadanos de otras localidades que llegan atraídos por esta manifestación cultural.
En 2018 La Passejà ya fue nombrada Fiesta de Interés Turístico Provincial. En los últimos años, el Ayuntamiento ha intensificado las gestiones y aportado toda la documentación necesaria para conseguir que La Passejà de Sant Onofre se reconociera como lo que es, una fiesta única en la Comunitat.
En palabras de la alcaldesa “este es el broche de oro a una historia compartida entre el Ayuntamiento, la ciudadanía y la Asociación Amics de la Passejà, que lleva años implicada en custodiar, a nuestro lado, la tradición que más nos define como vecinos y vecinas de Quart de Poblet, la Passejà”
Durante este año han sido muchas las iniciativas emprendidas para celebrar este aniversario. Una de las que ha tenido más éxito ha sido el diseño de un videojuego gratuito que traslada al jugador al pueblo de Quart de Poblet tal y cómo era hace cien años. Una recreación fidedigna realizada gracias a las fotografías cedidas por vecinos y vecinas, la mayoría de ellas catalogadas en el Museo Virtual de la localidad.
Calles, plazas y monumentos que el videojuego permite recorrer de manera rápida y fácil con visión 360º del entorno. Todo el pueblo se ha modelado en tres dimensiones con la última tecnología en diseño y técnicas fotogramétricas. Los detalles están tan cuidados que hasta las baldosas son tal y como eran en el siglo pasado.
El videojuego se puede descargar de forma gratuita en el siguiente enlace: https://drive.
Asimismo, el Ayuntamiento de Quart de Poblet restauró el anda y la imagen de San Onofre que datan de 1941 y son una réplica de los originales del siglo XVII, destruido durante la Guerra Civil.
Después de estos 300 años, La Passejà se ha caracterizado por ser la que une troncalmente a la ciudadanía, siendo un punto de confluencia de historia, tradición, valores, rituales y cultura, una fiesta que abraza a los cuarteros y cuarteras, la que les identifica y diferencia como pueblo, por ser tan antigua, única, colectiva y especial.