La vieja nueva política
Estos últimos meses, hemos sufrido dos procesos electorales en muy breve espacio de tiempo. Y digo sufrido, porque hemos sido martilleados con cientos de propuestas, polémicas y debates, mucho más de lo que estamos acostumbrados. Una avalancha de mensajes y réplicas que a buen seguro para cualquier ciudadano de a pie se le ha hecho muy pesado.
A la vista de los resultados electorales, el bipartidismo dista mucho de tener la importancia que tuvo antaño. Diversos partidos han surgido para reclutar el voto de los descontentos de los que antaño fueron fuerzas hegemónicas, tanto el PP como el PSOE, arañando votos de los dos espectros ideológicos.
Bien es cierto, que la izquierda lleva algunos años de adelanto en su metamorfosis, aunque tiene toda la pinta de tratarse de un viaje de ida y vuelta. Un proceso similar, al menos en sus primeras fases, es el que vemos que está afectando al espacio político del centro-derecha español.
Vimos nacer y crecer a Podemos a costa, sobre todo del PSOE, que tuvo algunos momentos períodos de peligro máximo, incluso la amenaza cierta de verse superado por la formación de Iglesias. Ha pasado el tiempo y ahora vemos menguar a Podemos y recuperar fuelle al PSOE, al menos, así parece que será.
Por el contrario, en el centro-derecha vemos a un PP, a punto de verse superado por Ciudadanos y al que además le ha salido otro competidor más a la derecha, con lo que su espacio político, por momentos se constriñe.
Pablo Casado está intentando mantener una posición equilibrada entre un partido y otro que le otorgue una personalidad propia, pues, en ocasiones no están quedando definidas las líneas que separan a unos de los otros. Sin embargo, más allá de la posición a ocupar, el problema para el PP es que sigue sufriendo un tremendo desgaste por la vinculación con la corrupción…, ése es su principal hándicap.
Los primeros síntomas nos dicen que en el espectro ideológico del centro-derecha se producirá un movimiento semejante al que está viviendo la izquierda, falta por ver cuánto tiempo hace falta para que las aguas vuelvan a su cauce.
Vivimos un fenómeno en el que partidos nuevos irrumpen con promesas de regeneración, transparencia y multitud de argumentos denostando a lo que anteriormente existía, para inmediatamente caer en los mismos vicios y costumbres que antes criticaron.
Hay un problema con esto, la política, la nueva y la vieja, la hacemos personas. Las personas en nuestra imperfección somos quienes tomamos decisiones, y acertamos y erramos. Los primero movimientos y actitudes de la autodenominada «nueva política», les restan toda la credibilidad.
No hay nueva y vieja política, hay política, de hoy y de siempre. Hay mala y buena política. Y esta última no aparece en los medios, reivindico la buena política hecha por muchas personas honestas que emplean su tiempo y esfuerzo en aportar sus virtudes para administrar y gestionar los recursos públicos en beneficio de la sociedad que les critica.
Los políticos de hoy, son como los políticos de siempre…, personas, reflejo de la sociedad en que vivimos y fruto de ella.
A veces se nos olvida que esto es así, y cedemos a los cantos de sirena de lo nuevo. Nos quieren embutir con calzador el supuesto brillo de los argumentos demagógicos y populistas, denostando y despreciando todo lo que anteriormente se ha hecho.
Cuando en realidad, en política ya está todo inventado y no podemos generalizar y convertirnos en una sociedad criticona sin más argumento…. Una sociedad que al final sólo sabe criticarse a sí misma.