No queremos ser de segunda
Por unas cosas o por otras, gobiernen rojos o azules, nuestra Comunitat cada vez está peor. Se deterioran las carreteras y no se arreglan, los trenes todavía parecen ir a vapor y nadie se altera, las listas de espera siguen aumentando y la culpa siempre la tiene quien no gobierna. Parece una mala rima de un pésimo autor.
Ni conservadores ni socialistas nos tienen entre sus prioridades y los nacionalistas sólo están preocupados de poner fronteras con la meseta y que volvamos a vestir de saragüell para ir a trabajar. Desolador panorama el de la vieja política para una tierra de gente alegre, emprendedora y solidaria…y harta de que le tomen el pelo.
Después de todo lo que se ha hablado y prometido sobre la infrafinanciación de la Comunitat Valenciana, PP y PSOE apenas la nombran en sus programas electorales del 28 de abril. Realmente lamentable que nuestro principal lastre, siga sin merecer la atención de estos dos partidos, que luego llenarán sus discursos de valencianía y prometerán regar de millones nuestra tierra.
No valdrá de nada la reforma del Estatut d’Autonomia, en la que dice que nos merecemos más inversiones, si no se plasman en unos presupuestos. No tendrá valor asegurar las pensiones en la Constitución si no hay dinero para pagarlas. Ya está bien de promesas vacías, ya vale discursos enrevesados, porque lo que necesitamos urgentemente son medidas que reactiven la economía, que nos saquen de esta interminable crisis y sí, también necesitamos cambiar el sistema de financiación autonómico, aunque suene ya a refrán de azucarillo.
Estamos cansados de tener unas infraestructuras de segunda, que lastran la competitividad de nuestras empresas, que dificultan la comunicación entre nuestras ciudades. Estamos hartos de palmaditas en la espalda y falsas sonrisas. Queremos que ir de Valencia a Alicante no sea una aventura o ir a Castellón una odisea. En pleno siglo XXI parecemos del XIX.
No hace mucho me visitaron unos amigos catalanes, yo soy de Burjassot, y se echaban las manos a la cabeza de ver la cantidad de vías que atravesaban nuestro pueblo y los pasos a nivel que describieron como tercermundistas. Atravesar los 2,5 km del término municipal te puede desesperar, lo prometo. Años de desidia y abandono, de promesas incumplidas, de despilfarro e incapacidad están echando a perder mi pueblo, como ha pasado en la Comunitat Valenciana, ni más ni menos.
Hace ya 8 años que me acerqué a la mesa sobre la que se disponían todas las papeletas de los partidos que se presentaban a aquellas elecciones locales y decidí que era la última vez que tenía que votar tapándome la nariz. Me metí en un mundo desprestigiado por ladrones y sinvergüenzas que eran protegidos por unos partidos políticos que no querían cambiar nada. Pero poco a poco, pasito a pasito se van consiguiendo cosas.
Yo tengo la ilusión del primer día, ahora la experiencia de una legislatura y más fuerza y apoyos que nunca para conseguir que dé gusto vivir en mi pueblo y que mi Comunitat reciba lo que se merece. Sigo pensando que una nueva forma de hacer política es posible y aquí estoy para demostrarlo.