Torres milenarias

Patrimonio transformado_ Jaime Alcayde, arquitecto

Su forma es muy sencilla, tienen planta cuadrada y se elevan hacia el cielo con cuatro lados iguales, estrechándose ligeramente hasta una altura de 15 ó 20 metros. Su material es tierra, grava y mortero de cal: el muro de tapia, con una técnica de construcción tan ingeniosa como sencilla.

En hiladas de casi un metro de altura, se preparaban tableros verticales de madera como encofrado del material que se echaba dentro, y al endurecer se retiraban y se preparaban más arriba, para la siguiente hilada.

Todavía vemos unos pequeños agujeros en los muros de esas torres, signos del proceso de construcción que hacía trepar el encofrado y el edificio a la vez. El sistema era sostenible: se utilizaba la tierra y la piedra autóctona, y se construía sin andamios apoyados en el suelo, con mano de obra especializada. Lo más sorprendente es que esos muros han llegado a nuestros días, y representan quizá la arquitectura más antigua de nuestro entorno que aún sigue en pie, después de diez siglos.

Las torres de defensa islámicas se construyeron en el siglo XI, distribuyéndose alrededor de la ciudad de Valencia, en una línea estratégica que garantizaba la vigilancia y la protección de Madinat al-Turab, la ‘ciudad de tierra’. Así, algunas de ellas, bastantes, se han conservado en los municipios de l’Horta y en las tierras colindantes.

En la zona norte sabemos que existían las torres de Moncada, Foios y Museros, pero la única que sigue en pie es la de Paterna, cuyo aspecto actual es consecuencia de una transformación del s. XIV, que la hizo circular. Impone su imagen rotunda en lo alto de la cima del municipio, elevándose hasta los 19 metros. En la misma zona se conserva la torre de Bufilla, en el término de Bétera, ésta sí cuadrada y con 17 metros de altura.

Pero donde permanece una buena muestra de estas torres milenarias es en la zona sur, donde podemos registrar hasta 7 ejemplos bien conservados. Casi todas las torres formaban parte de una alquería islámica que posteriormente dio origen a un núcleo urbano, y a un municipio. Así, encontramos tres magníficos ejemplos en Benifaió (torre de la Plaça y torre Mussa) y Almussafes (torre Racef) que alcanzan los 20 metros de altura, y de ahí pasamos a la imponente torre de Espioca (que se ve desde la autovía, a la altura de Picassent). La línea defensiva sigue con las torres de Silla y Albal (la torre dels moros), absorbidas por la propia población y quedando en el centro de ella. Y el recorrido termina con el espectacular ejemplo de Torrent, la torre del castell, con una base de 13 por 14 metros, y una altura de 22.

Todas ellas, son vestigios de una época ‘casi anterior a nuestra historia’, y sobre todo supervivientes a los dos grandes enemigos del patrimonio: las adversidades naturales y la propia historia. A ellas les ha sido permitido mantenerse en pie, al menos mil años.

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