El campo con la jungla de cañas, situado junto al barranco de Poyo, en Catarroja (T. L.).

Un campo de Catarroja, testigo de la jungla de cañas que arrastró el aluvión del barranco de Poyo

El terreno es un bosque impenetrable colonizado por la especie invasora tras el desbordamiento que hubo en la zona en el año 2000

T. L.

Un campo que antaño era de cultivo, situado en el término de Catarroja, es una buena muestra de lo que ocurre cuando se dejan crecer sin control las cañas, ya que, al ser colonizado por esta especie exótica invasora tras el desbordamiento que hubo en la zona en el año 2000, y el posterior abandono por parte de sus propietarios, se convirtió en un espeso, enmarañado e impenetrable bosque repleto de estos ejemplares, cuya altura supera los siete metros. Por ello, es también un buen testigo de la jungla de cañas que arrastró el aluvión del barranco de Poyo, dado que su lecho estaba lleno de ellas, así como de la barrera que suponen, los obstáculos que pueden formar con su acumulación y la destrucción que pueden ocasionar cuando, una vez arrancadas y rotas, son arrastradas a montones por las aguas y el lodo, como desgraciadamente ocurrió el 29-O.

Aproximadamente un kilómetro más abajo, en dirección a la Albufera, ya en pleno marjal, se puede observar aun, más de tres meses después, la destrucción causada por el aluvión. En una zona cercana a la desembocadura del cauce en el lago, las aguas se encontraron precisamente con un obstáculo de cañas y tierra, que provocó literalmente un desvío del barranco y, con todo lo que arrastraban, incluidos troncos de árboles, arrasaron los campos de arroz adyacentes, hasta el punto de que, pese al tiempo transcurrido y los trabajos de limpieza y recuperación realizados, la zona parece un paisaje lunar, donde no se distinguen las parcelas, si bien se han despejado caminos y acequias y retirado muchos residuos.

Zona arrasada del marjal (T. L.).

Los agricultores afectados se enfrentan a la incertidumbre de si podrán o no iniciar la próxima campaña arrocera, así como a la preocupación por el estado en que la riada ha dejado sus campos, tanto por la acumulación de sedimentos y consiguiente elevación de nivel como por la posible contaminación. Junto al propio Puerto de Catarroja todavía se ven algunos campos cubiertos de alfombras de cañas. Algunos agricultores, a la vista de la destrucción, recuerdan las continuas exigencias de limpieza, drenaje y encauzamiento adecuado del barranco no atendidas por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar y el Ministerio correspondiente.

Los ecologistas no se oponen a retirarlas

Asimismo, critican ahora más que nunca la supuesta prohibición de cortar y eliminar las cañas y recuerdan la amenaza de posibles multas si se hacía, de lo cual responsabilizan a los ecologistas. Sin embargo, la organización Acció Ecologista Agró ha salido al paso recientemente de esta crítica señalando que la caña, cuyo nombre científico es Arundo Donax, no está protegida, sino que está catalogada como especie exótica invasora por la Generalitat Valenciana y que, por lo tanto, hay actuaciones destinadas a su eliminación, si bien destacan que son pocas porque el problema para ello es sobre todo económico, por su elevado coste, “un millón de euros por kilómetro de cauce”. Y, además, aseguran que los ecologistas no se oponen a las actuaciones para la retirada de cañas, al contrario, participan en algunas de ellas, informando a la vez de la necesidad de hacerlo y que, en todo caso, lo que piden es que se realicen “respetando el periodo de cría de especies animales autóctonas”.

Las multas serían por cortarlas sin permiso

En cuanto a la prohibición de cortar cañas y las posibles multas por ello, desde Acció Ecologista Agró se indica que, “en tu terreno, puedes cortar las cañas que quieras, cómo y cuando quieras. En los terrenos de otros propietarios, tienes que pedir permiso al propietario. Y en los cauces propiedad del Estado, si se solicita permiso, no te van a multar. Debemos tener en cuenta que, para realizar cualquier actuación en un cauce, es necesario tener permiso o realizar una comunicación a la Confederación Hidrográfica. No quiere decir que esté prohibido, sino que hay que pedir permiso. Y en el improbable caso de que un agente fluvial te viera y te multara, la multa no sería por cortar cañas, sino por cortar sin permiso cañas o cualquier otra especie. Además, según la información de la Confederación Hidrográfica del Júcar, en los últimos cuatro años no se ha impuesto ninguna sanción por cortar cañas”.