Un estudio revela que las mascarillas interrumpen el procesamiento de las caras en los escolares
Podrían tener efectos significativos en las interacciones sociales de los niños con sus compañeros y en su capacidad para establecer relaciones importantes con sus profesores.
Por segundo curso consecutivo se ha establecido como obligatorio el uso de mascarillas en los colegios por parte de los niños a partir de los 6 años y, en la Comunitat Valenciana, no sólo en las aulas, sino, al contrario que en otras comunidades autónomas, incluso también en el patio, con las consecuencias que ello lleva consigo, entre las cuales hay una bastante desconocida hasta ahora: que las mascarillas interrumpen el procesamiento de las caras en los escolares, es decir, producen un déficit en el rendimiento del reconocimiento facial y una alteración en el estilo de procesamiento de las caras, al estar parcialmente tapadas, que “podrían tener efectos significativos en las interacciones sociales de los niños con sus compañeros y en su capacidad para establecer relaciones importantes con sus educadores”, según revela un estudio publicado en febrero de este año.
Los autores de este estudio son Andreja Stajduhar, del Departamento de Psicología y Centro de Investigación de la Visión de York University, Toronto (Canadá); Tzvi Ganel, del Departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro de la Universidad Ben-Gurión del Negev, Beer-Sheva (Israel); Galia Avidan, del mismo departamento anterior y también del de Psicología de la misma Universidad, R. Shayna Rosenbaum, del Departamento de Psicología y Centro de Investigación de la Visión de York University, Toronto y del Rotman Research Institute, Baycrest Health Sciences, también de Toronto, y Erez Freud, asimismo del Departamento de Psicología y Centro de Investigación de la Visión de York University.
Estos investigadores concluyen que su estudio “aporta nuevas pruebas de cambios cuantitativos y cualitativos en el procesamiento de rostros enmascarados en niños” y, tras señalar que “investigaciones anteriores en adultos ya han demostrado el efecto perjudicial de la reducción de capacidades de percepción de rostros en el nivel de confianza social y la calidad de vida de una persona”, consideran que, “dada la reciente proliferación del uso de máscaras debido a la pandemia de Covid-19, las investigaciones futuras deben explorar las ramificaciones sociales y psicológicas” de dicha utilización.
Percepción facial
En el estudio,en el que participaron dos grupos de setenta y dos y treinta y cinco niños y niñas de entre 6 y 14 años, así como otro grupo de 495 adultos con una edad media de unos 26 años, se pone de relieve que “la percepción de la cara se considera una capacidad visual notable en los seres humanos, que está sujeta a una prolongada trayectoria de desarrollo”. Asimismo, se señala que su objetivo fue “explorar el efecto de las máscaras en las capacidades de procesamiento facial en niños en edad escolar, dado que la percepción facial no está completamente desarrollada en esta población”. Para ello, los participantes completaron el Test de Memoria Facial de Cambridge-Kids, “una medida validada de rendimiento de la percepción facial”, en el que las caras se presentaron con o sin máscaras y en dos orientaciones (vertical/invertida).
Como resultado del experimento, que se realizó de acuerdo con el protocolo aprobado por el comité de revisión ética, se comprobó que “la inclusión de máscaras faciales provocó un profundo déficit en las capacidades de percepción facial. Esta disminución fue más pronunciada en los niños que en los adultos, a pesar del ajuste de la dificultad de la tarea en los dos grupos de edad. Además, los niños mostraron correlaciones fiables entre la edad y la puntuación del test para las caras verticales, tanto para las condiciones con máscara como sin ella”. Y además, “como se observó anteriormente en los adultos, los niños también mostraron cambios cualitativos en el procesamiento de las caras enmascaradas. En concreto, el procesamiento holístico, un rasgo distintivo de la percepción de las caras, se vio alterado en el caso de las caras enmascaradas, como sugiere un efecto reducido de inversión de la cara. En conjunto, estos hallazgos proporcionan evidencia de alteraciones cuantitativas y cualitativas sustanciales en el procesamiento de caras enmascaradas en niños de edad escolar”.
Importancia del rostro
Los autores del estudio, en el que citan otras investigaciones al respecto, resaltan la importancia de las caras y su percepción señalando que “los rostros se encuentran entre los estímulos visuales más significativos en la percepción humana. Una mirada rápida a la cara de una persona revela una plétora de información socialmente relevante, como su raza, edad sexo y estado emocional”.
Asimismo, detallan que “la percepción típica del rostro humano se caracteriza por un estilo de procesamiento holístico, que hace hincapié en el procesamiento de la cara como una unidad completa en lugar de basarse en sus características específicas”. Y acto seguido, señalan que “las máscaras faciales ocultan la mitad inferior de la cara (por ejemplo, la zona de la boca y la nariz), lo que dificulta difícil procesar los rostros de forma holística”.
Déficits persistentes
Los investigadores realizaron posteriormente otro estudio complementario, publicado en junio pasado, para analizar si, con el paso del tiempo, había algún tipo de adaptación o acomodación en estos efectos, pero encontraron que “no hay mejoría, a pesar de la amplia exposición”.
Al respecto, tras recordar que “las investigaciones anteriores destacaron su impacto negativo, tanto cualitativo como cuantitativo, en el reconocimiento de rostros”, explican que “Una pregunta pendiente es si estos efectos se atenuarían tras una exposición natural persistente a los rostros enmascarados. Esta cuestión también se refiere, de forma más general, a los posibles efectos del entrenamiento en el reconocimiento de caras en entornos naturales. Se evaluó a 1.236 participantes en las versiones enmascarada, no enmascarada, vertical e invertida del Test de Memoria Facial de Cambridge en diferentes momentos a lo largo de un año. Los resultados mostraron déficits persistentes en el reconocimiento de rostros enmascarados a lo largo del tiempo. Esto fue seguido por un cambio cualitativo persistente, un efecto de inversión reducido para las caras enmascaradas en comparación con las no enmascaradas”. Por lo que concluyen que, “en conjunto, estos resultados proporcionan un apoyo convincente a la idea de que el sistema de procesamiento de caras maduro en los seres humanos es rígido por naturaleza, incluso después de una exposición prolongada en la vida real a caras alteradas”.